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Sábado, 14 de diciembre de 2024



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Alemania teme ciberataques rusos para influir en elecciones

Bloomberg | Miércoles 30 noviembre, 2016


La canciller Angela Merkel anunció días atrás que se presentará para un cuarto mandato. Los medios alemanes sospechan en particular que Moscú busca influir en la política nacional a través de los 3,2 millones de ciudadanos de las antiguas repúblicas soviéticas. Bloomberg/La República


Alemania, que el lunes sufrió su mayor ciberataque, teme que se multipliquen los asaltos informáticos procedentes sobre todo de Rusia con fines políticos, a menos de un año de las elecciones legislativas.

La canciller Angela Merkel dijo ayer que los ciberataques desde Rusia son ahora tan habituales que Alemania debe aprender a lidiar con ellos en la vida diaria.

La vulnerabilidad de la primera potencia europea quedó demostrada una vez más a inicios de semana cuando los “routers” del principal operador, Deutsche Telekom, fueron blanco de un ataque informático que perturbó las conexiones de casi un millón de hogares.

Merkel dijo desconocer quién estaba detrás, pero añadió que este tipo de “ciberataques, o conflictos híbridos como son conocidos en la doctrina rusa, forman ahora parte de la vida diaria y tenemos que aprender a lidiar con ellos”.

“Por ello debemos informar a la gente y continuar expresando muy claramente nuestras convicciones políticas”, agregó.

Merkel ya advirtió este mismo mes contra tentativas de desinformación y de piratería procedentes de Rusia en vistas a las elecciones legislativas de 2017, en las que se presentará para un cuarto mandato.

El director de los servicios secretos exteriores alemanes (BND), Bruno Kahl, abundó ayer en el mismo sentido.

“Europa es el centro de estas tentativas de desestabilización y Alemania en particular”, declaró Kahl, al diario Süddeutsche Zeitung.

Fuentes de seguridad atribuyen el ataque del lunes al programa Mirai, desarrollado por el grupo de hackers rusos Sofacy, según el diario berlinés Tagesspiegel.

Mirai infecta primero una red de objetos domésticos conectados —desde los intercomunicadores para bebés hasta las cámaras de vigilancia— antes de lanzar ataques a gran escala.

Fue utilizado para piratear en 2015 el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, en una ofensiva también atribuida a Rusia por los servicios de inteligencia.

En el ataque del martes, “el malware (programa maligno) estaba mal programado, no hizo lo que tenía que hacer, sino las consecuencias habrían sido mucho más graves”, indicó el portavoz de Deutsche Telekom, Georg von Wagner.
Según los expertos citados por el Tagesspiegel, el ataque contra Deutsche Telecom perseguía sin duda “un doble objetivo”: poner al descubierto la fragilidad de una gran empresa y preparar a la vez una ofensiva de “mayor envergadura”, por ejemplo, durante la cumbre del G20 del próximo junio en Hamburgo.

También existen “indicios según los cuales los ciberataques se producen con el único objetivo de crear incertidumbre política”, estimó Bruno Kahl, interrogado sobre este tipo de ataques que también golpearon a Estados Unidos durante la campaña electoral.

El jefe de los servicios secretos exteriores habló de “elementos” que apuntan a Rusia.
“Es difícil poder atribuir (estos actos) a un Estado pero diversos elementos indican que (estos) son como mínimo tolerados o deseados por un Estado”, señaló.

Varios partidos políticos alemanes, entre ellos la formación conservadora de Merkel, fueron objeto a mediados de año de unos ciberataques atribuidos a hackers pro-Kremlin, a través de correos electrónicos que parecían provenir del cuartel general de la OTAN y estaban infectados con un programa espía.

El ministerio de Defensa anunció en octubre la creación de un ciberdepartamento destinado a organizar la respuesta a tales ataques.
En el frente de la desinformación, Berlín también acusó a Rusia de “instrumentalizar políticamente” una supuesta violación de una adolescente germano-rusa por parte de inmigrantes, un hecho que resultó ser inventado.

Los medios alemanes sospechan en particular que Moscú busca influir en la política nacional a través de los 3,2 millones de ciudadanos de las antiguas repúblicas soviéticas instalados en Alemania, que disponen en su mayoría de la nacionalidad alemana.







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