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Garrotazo arrocero en Costa Rica

Daniel Suchar Zomer [email protected] | Lunes 05 julio, 2021

Daniel

Daniel Suchar Zomer, PhD

Analista Financiero. Profesor Universitario

Hablar del precio del cereal más consumido por los costarricenses es un tema de nunca acabar. Lo peor no es solo la cifra que se paga, sino más bien es ese proteccionismo nefasto que solo sirve para defender a un grupo íntimo de amigos, más allá de la protección real al consumidor.

A escasas horas de recibir las nuevas cifras de desempleo, éstas alcanzan un 17,7% de personas sin trabajo, y que sumado al 15,7% de subempleo; prende las alarmas de cualquier sujeto pensante en colocar sobre el tapete, las decisiones que afecten directamente al bolsillo de los ciudadanos. Y si se menciona precios de la canasta básica, dicho análisis debe ser aún mas urgente.

En estos momentos, todo lo anterior significa más de 431.000 personas no llevan ningún tipo de ingreso a sus hogares y otras 400.000 que lo llevan de forma parcial. Queriendo decir (sin tener que saber mucho de Economía y Finanzas) que el poder adquisitivo está bien golpeado en estos momentos y cualquier ajuste al alza, seria aún peor.

Como suele suceder dentro del Ministerio de Economía, Industria y Comercio del país (MEIC) con respecto al arroz, la ceguera permanente no permite analizar el impacto de este nuevo aumento de 60 colores en el precio del cereal (+10% actual) sin importarle sí el costarricense a pie saldrá o no, con una ecuación positiva sobre esta carga alimenticia en su presupuesto mensual. El MEIC simplemente se apega a la Ley para mencionar dicho ajuste y duerme tranquilamente cumpliendo cabalmente su cometido: Someter a consulta el precio y ya.

Dicho aumento se argumenta en el alza de los insumos de la producción del arroz, donde el club de los amigos del cereal (CONARROZ) presionan a diario para que este Ministerio cumpla con sus deseos o exigencias como los tiene ya acostumbrados. Claro, jamás pensar en resolver sus problemas estructurales o realizar optimización de sus operaciones. La forma más rápida es de exigirle al MEIC sobre dichas pretensiones. De no cumplirse, el berrinche es de tal magnitud que deja en evidencia el miedo que tiene la entidad pública de enfrentar este círculo de membresía selecta, dejando de lado el análisis sobre el impacto en el bolsillo del ciudadano, de miles de familias que apenas subsisten con lo mínimo y lo mínimo para muchas son el arroz y los frijoles como pan de cada día. Sin duda es una medida que más que todo, afectará a los de menor poder adquisitivo.

Al igual que las cifras de desempleo, hace unas horas atrás, Brasil golpeó la mesa con el tema del azúcar y su malestar con Costa Rica por andar jugando de “proteccionistas”. El resultado es claro e inminente: Ahora llegarán productos más caros y bajarán las exportaciones hacia aquel país. O sea, impacto negativo para el país a la vuelta de la esquina.

Y es importante volver a mencionar, que la OCDE había avisado como pilar de mejoras, mejorar la competitividad tanto en Azúcar como en Arroz, pero por supuesto, el club de amigos sale en defensa de lo indefendible. Sin tener argumentos sólidos, denigran los estudios del ente internacional y del Banco Central de Costa Rica (que también ha recomendado la liberación de precios de estos comestibles) en vez de ver hacia adentro y corregir los problemas estructurales que se tienen en el país.

Por otro lado ¿Cómo es posible que el MEIC someta en estos momentos a consulta pública un aumento del precio en +10% del Arroz? Poniendo a correr a todos, cuando terminan haciendo lo que deseen, como siempre. Claro está, aunados a una presión de amiguismo y clientelismo que se evidencia desde hace unos años atrás.

El mercado del arroz costarricense está servido para que unos pocos siempre salgan ganando y colocando en desventaja a otros que desean realizar la comercialización de este cereal tan preciado, pero atados a un arancel tal alto (37%) se vuelve imposible la competencia en el país. Cuando existe este tipo de segmentación; que otorga privilegios a unos y a otros no; deja de ser atractivo el país, afectando directamente la imagen y la posible inversión.

Mientras tanto, los cantos de sirena populistas de “proteger al productor nacional”, terminan siendo la excusa para que los costarricenses sean víctimas de pagar un arroz caro con tal de mantener a unos pocos. Y con este nuevo aumento, será la estocada final para que el ciudadano termine de obtener un gran golpe a su bolsillo que ya viene deteriorado con la alerta sanitaria.

Cuesta creer que, con una situación bastante complicada en la economía nacional, estas regulaciones de precio lejos de darle un beneficio y oxígeno al ciudadano, terminará ahogándolo en un mar de lágrimas cuando no tendrá cómo servirles la comida a sus familiares en la mesa.

Para resolver este tema, los líderes del país tienen que escuchar humildemente las recomendaciones que convergen en una liberación de los aranceles de importación para brindar una competencia sana y justa, donde quien gane sea el consumidor final. De no ser así, las personas menos adineradas serán empujadas al vacío sí este aumento se diera a dar (por un proteccionismo agresivo y sin sentido) que llevará a todo el país a tener, como bien se dice a lo tico: Un garrotazo arrocero en el bolsillo de toda Costa Rica.






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