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Lunes, 7 de abril de 2025



FORO DE LECTORES


¿Quién “paga” los aranceles?

José Pablo Rodríguez [email protected] | Lunes 07 abril, 2025


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José Pablo Rodríguez C

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El 2 de abril del 2025 pasará a la historia como un día muy importante para el sistema internacional del comercio. Luego de décadas de liberalización comercial promovida bajo el liderazgo de los Estados Unidos de América, la administración del presidente Trump, anunció en lo que proclamó “el día de la liberación”, medidas arancelarias para todos los países. Sin duda alguna un cambio fundamental en la política comercial exterior de nuestro principal socio comercial.

Para muchos un gran shock, para otros que siguieron de cerca la campaña política del ahora presidente republicano, nada más que el cumplimiento de una de sus promesas de campaña.

Al respecto de esto quisiera compartir con los lectores algunas reflexiones dado el amplio debate público y la extensa cobertura mediática global que se le ha dado al tema de esta continuación de la política comercial del presidente Trump en este segundo mandato. Y es que una gran cantidad de comentaristas y expertos aseguran que será el pueblo estadounidense el que finalmente tendrá que pagar la factura de la nueva estructura arancelaria, por la inflación que emanará de la aplicación de aranceles. Sin embargo, la evidencia empírica nos ilustra cómo dichas aseveraciones podrían ser un tanto miopes. Revisemos entonces algunos postulados económicos del efecto redistributivo de los aranceles.

Lo primero es advertir que tal y como se ha indicado por muchos comentaristas, las empresas estadounidenses son las que efectivamente tendrán que pagarle a su gobierno, los aranceles establecidos a la luz de las medidas tomadas y de cualquier otro arancel impuesto en el pasado y a futuro por el gobierno de los Estados Unidos. Siempre es el importador de las mercancías quien tiene que pagarle al gobierno, el arancel impuesto sobre los bienes extranjeros a importar. Sin embargo, si dejamos el análisis de variables hasta ahí, estaríamos brindando un diagnóstico bastante sesgado de lo que realmente sucede en el comercio internacional. Quienes se oponen (con todo derecho) a los aranceles, indican que el importador trasladará el costo del arancel al consumidor, generando un incremento en el precio de los bienes importados que tendrá efectos sobre el bolsillo del consumidor. Hasta ahí “ceteris paribus”, tal y como a los amigos economistas les gusta indicar, todo el análisis avanza como relojito suizo.

Sin embargo, en la economía real y en específico, en el comercio internacional, casi nada es “ceteris paribus”. La realidad se decanta en una multiplicidad de factores que se afectan los unos a los otros, generando resultados a veces esperados y en muchas otras ocasiones, no tanto. A pesar de los grandes avances en los procesos de liberalización comercial, los mercados internacionales no son tan libres como se piensa y frecuentemente son afectados por la política (pensemos en las barreras supuestamente fitosanitarias que impuso Costa Rica al aguacate mexicano años atrás).

Para comprender mejor las distintas posibilidades, analicemos de forma hipotética un producto seleccionado como los medicamentos. Resulta que muchos medicamentos tienen una demanda inelástica, ósea, que no importa si un arancel de 20% lo encarece, el consumidor solamente tendrá la opción de pagar el nuevo precio, enfermar por no usar el producto y en algunos casos incluso, morir. Entonces, para el importador será más fácil trasladarle el costo del arancel al consumidor quien no tiene más opciones que la mencionadas. Hasta acá se cumple a cabalidad la idea de que el consumidor es el que. termina pagando el arancel y, por ende, que los aranceles son “inflacionarios”.

Por el contrario, cuando el producto tiene una demanda muy elástica, entonces es probable que el importador no tenga tanta flexibilidad de trasladar el costo del arancel al consumidor y tenga que asumirlo él, reduciendo de esta forma su margen de ganancia.

En este caso, el precio del bien, a pesar del incremento en el arancel, no sería pagado por el consumidor, sino más bien, por el importador. También podría suceder que el margen de intermediación del importador no sea tan amplio como para asumir el costo del arancel, forzándolo a buscar suplidores más baratos en otros países o a simplemente dejar de importar dicho producto.

También podríamos ver el caso del país que, de seguido a la imposición de aranceles por su socio comercial, decide intervenir (¿o manipular?) su tipo de cambio devaluando su moneda frente al dólar estadounidense en un porcentaje similar al incremento arancelario impuesto. Pensemos por un momento de forma hipotética que China devalúa el Renminbi en un 25% y que los aranceles impuestos por Estados Unidos fueron de un 25%. La pregunta que muchos realmente quieren hacerse no es quien paga el arancel pues ya vimos que siempre paga el importador, la pregunta adecuada sería ¿cuáles son los efectos redistributivos de los aranceles en este escenario? Si China devalúa en proporción al arancel, el costo del arancel será efectivamente trasladado al pueblo chino, quienes luego de la devaluación se habrán empobrecido en el proceso para financiar la “competitividad” del sector exportador chino.

El costo de los productos chinos será más bajo para el importador en los Estados Unidos, pero dicha disminución en el costo será compensada por el arancel impuesto, resultando en un precio igual y estable para el consumidor estadounidense. En este caso hipotético sería el consumidor chino quien “paga” los aranceles y asume los costos de dicha política comercial, convirtiéndose en el gran perdedor del proceso redistributivo. El 25% de la devaluación lo cobra ahora el gobierno de Estados Unidos al importador por medio del pago del arancel, efectivamente trasladando ese monto del pueblo chino, al importador en Estados Unidos y de este al gobierno estadounidense. El consumidor estadounidense recibe el producto al mismo precio que antes de los aranceles. Estos dos últimos, gobierno y consumidor estadounidense, son los grandes ganadores.

Sabiamente, en días pasados el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, ante preguntas que tocaban el impacto de los aranceles en la política monetaria y los objetivos de control de inflación y pleno empleo de esa entidad, respondió que es imposible saber con exactitud qué sucederá con todo esto. Son muchos productos, condiciones, mercados, múltiples variables que analizar en movimiento. Por ejemplo, es importante recordar que durante la última “guerra comercial” de Trump contra China en su primera administración, se debatió ampliamente las características inflacionarias de los aranceles. Sin embargo, a pesar de todos los pronósticos negativos, su primera administración se caracterizó por mantener indicadores de precios bastante estables.

Finalmente, los aranceles recolectados a futuro por el gobierno de los Estados Unidos podrían mejorar la situación fiscal de ese país. En días anteriores el presidente Trump ha lanzado la propuesta de eliminar el impuesto sobre la renta. De concretarse, el plan podría “equilibrar” la ecuación planteada en el inicio, siendo que el consumidor efectivamente podría tener que pagar precios más altos resultado de los aranceles, pero

también gozaría de una reducción en el pago del impuesto sobre la renta. Los impactos económicos de estas nuevas políticas podrían tener importantes ramificaciones, tanto para los Estados Unidos, como para el mundo entero. Entonces, ¿será que estamos ante una “guerra comercial” o ante una “reingeniería fiscal” en los Estados Unidos?







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