A consolidar los brotes verdes
Ecoanálisis Consultores [email protected] | Martes 15 octubre, 2019
Norberto Zuñiga
Socio Consultor Ecoanalisis
En las últimas semanas, en mi criterio, se han observado ciertos brotes verdes, que podrían sugerir la posibilidad de que la economía nacional haya tocado fondo y estar en presencia de un cambio en las expectativas. A riesgo de estar equivocado, se considera un buen momento para hacerlo de conocimiento público y justificarlo, con el propósito de contribuir a cambiar la visión pesimista que ha prevalecido. Todo esfuerzo que se realice para variar la negativa percepción existente, será bienvenido. Las decisiones de inversionistas y consumidores están íntimamente ligados a la confianza y las perspectivas que puedan tener sobre el desempeño de la economía.
El viernes recién pasado, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) publicó el índice mensual de actividad económica (IMAE), correspondiente al mes de agosto. Casi todos estábamos a la expectativa de la cifra que arrojaría este relevante indicador. El IMAE es la mejor medición de corto plazo que tiene el país para monitorear la evolución de la producción, por distintas actividades. Ya en julio había presentado una aceleración interanual de 0,2% y se había ubicado en 1,4%. Era, y posiblemente es, muy prematuro echar las campanas al vuelo, porque una golondrina no hace verano y existe la posibilidad de que se modifique el parámetro con cifras más definitivas, o cambie la tendencia.
El IMAE de agosto mostró nuevamente una aceleración interanual de 0,2%, situándose en 1,6%. Una cifra muy baja, pero cerca de medio punto del 1% (0,4%), superior al crecimiento interanual observado en mayo y junio. Analizando los datos con más detenimiento, se observa que la leve mejoría es bastante generalizada, especialmente en las actividades que venían presentando crecimientos negativos. Además, la tendencia es similar cuando se visualiza el IMAE en sus distintas versiones: originales, desestacionalizadas, o tendencia-ciclo. A juzgar por esas cifras, es factible plantear la hipótesis menos pesimista de que la economía podría empezar a despegar.
Dentro de los brotes verdes, también podrían mencionarse los datos sobre la situación fiscal publicados la semana pasada. Por primera vez en varios años, en setiembre se observó un superávit primario, es decir, la diferencia entre los ingresos tributarios y los gastos, excluyendo el pago de intereses, fue positivo. En medio de la desaceleración económica, la ley de consolidación fiscal ha empezado a dar resultados. Ha sido un duro golpe para el bolsillo de los costarricenses, pero era una medicina necesaria. Hay que continuar consolidando la situación fiscal, controlando el gasto, aprobando el proyecto de empleo público, e iniciando la reforma del Estado para fusionar, reducir y cerrar instituciones que ya cumplieron su cometido.
El camino ha sido bastante empedrado, especialmente a partir de la segunda mitad del año pasado, cuando el país estuvo cerca de una grave crisis macroeconómica. La gran desconfianza sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas provocó una importante fuga de capitales, caída en las reservas monetarias, devaluación del colón y falta de liquidez para financiar al Gobierno Central. No hay que olvidar que el Ministerio de Hacienda tuvo que recurrir, después de varias décadas, al financiamiento del BCCR mediante las denominadas Letras del Tesoro, elevar en más de 300 puntos base las tasas de interés y hasta atrasar el pago del aguinaldo.
En este momento todo eso pareciera historia lejana. El cambio en las expectativas financieras se inició con la histórica resolución de la Sala IV, cuando dio luz verde al proyecto de consolidación fiscal; cuya aprobación posterior por parte del Congreso fue determinante para revertir la situación anterior. Empezó así un proceso paulatino de repatriación de capitales, compra y canjes de títulos fiscales, reposición de reservas monetarias, apreciación cambiaria, baja en tasas de interés y de incremento en el precio de los bonos soberanos. Este favorable comportamiento de las principales variables financieras, sería el preludio, con algún rezago y otras medidas complementarias, de una eventual mejoría en las variables reales.
La difícil situación no se hubiera superado sin el valioso aporte de muchas de nuestras instituciones: la Contraloría, la Sala IV, la Procuraduría, el Congreso, el BCCR, el CONASSIF, algunos medios de comunicación. En la hora más complicada, el marco institucional nacional ha respondido, con algunas pocas excepciones. Cabe resaltar la posición patriótica y propositiva de los partidos opositores. Han mantenido una actitud vigilante y de control político y han contribuido con muchos de los proyectos aprobados: consolidación fiscal, eurobonos, educación dual, teletrabajo, limitaciones a las huelgas (en consulta en la Sala IV), requeridos para el ingreso a la OCDE; hay negociaciones para una agenda bastante variada.
El desempeño del índice de actividad económica es apenas el inicio de un largo camino para empezar a mejorar la calidad de vida de los costarricenses. Esperemos haber tocado fondo y probablemente iniciado un proceso de leve y paulatina recuperación económica. Será necesario dinamizar las actividades que aún continúan en recesión técnica. La transmisión al mercado laboral, uno de las principales preocupaciones, todavía tomará tiempo. Surgen inquietudes sobre la sostenibilidad y la velocidad de la eventual recuperación. Es importante primero empezar a cambiar las expectativas, pero no debería extralimitarse la función anticíclica de la política monetaria, financiera y regulatoria.
La situación sigue siendo complicada, pero hay condiciones internas para una recuperación paulatina; excepto por los mayores riesgos de la economía internacional y las dudas de una consolidación fiscal. Las autorizaciones de financiamiento externo (eurobonos y multilaterales), junto con las menores necesidades del Ministerio de Hacienda, garantizan un próximo año con estabilidad en las tasas de interés, tipo de cambio e inflación. Hay que continuar con el control del gasto, las reformas estructurales del sector público, las obras de infraestructura, la agenda de reactivación y la aprobación del resto de proyectos para ingresar a la OCDE el próximo año para mejorar el ambiente de negocios y la competitividad de mediano plazo.
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