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Alertas que no alertan

David Gómez Murillo [email protected] | Viernes 27 septiembre, 2019

David Gómez Murillo

En nuestras ciudades existen numerosos dispositivos de alerta para usuarios viales; los hay visibles, audibles e incluso táctiles, y todos tienen el propósito de anunciar a las personas un cambio en las condiciones predominantes de una situación dada.

Sin embargo, en Costa Rica hay fallos en el uso estandarizado de alertas, los cuales les restan efectividad en el mejor de los casos, y pueden causar graves colisiones, en el peor.

Voy a referirme a dos casos: las intersecciones ferroviarias y los vehículos de respuesta a emergencias.

Intersecciones ferroviarias. La reciente y costosa instalación de semáforos y agujas en las intersecciones entre calles y vías férreas busca prevenir colisiones entre usuarios viales y el tren. Sin embargo, es preocupante que haya cruces ferroviarios donde las luces intermitentes están activadas permanentemente.

Tal es el caso de la intersección de calle 087 en Curridabat, o la de calle 61 (Calle de la Amargura), que no tienen agujas pero sí luces intermitentes, las cuales no se encienden cuando se aproxima el tren, si no que siempre están parpadeando.

Esta configuración anula el potencial de alerta de estos semáforos, ya que habiendo sido diseñados como dispositivos de alerta activa, se ven reducidos a simples señales pasivas, y nada cambia si viene o no viene el tren.

Para esto hubiera bastado una Cruz de San Andrés, señal pasiva clásica de advertencia de la proximidad de una vía férrea, por una fracción del costo de un semáforo.

Sin embargo, con semáforos como estos ya instalados, la acción correctiva debe ser convertirlos en señales activas, colocando detectores de paso como los que tienen los cruces con aguja, para activar el semáforo ante la presencia del tren, tal y como lo establecen el Manual Centroamericano de Dispositivos Uniformes de Control del Tránsito y hasta un estudio preparado por el Departamento de Semáforos del MOPT en 2009, que está disponible en la página web de ese ministerio.

Además, ambos documentos coinciden en que las dos luminarias que componen los semáforos para cruces ferroviarios deben estar colocadas horizontalmente; un requerimiento técnico que los nuevos dispositivos incumplen, ya que son verticales, lo cual obliga a elevar la señal de Alto significativamente, haciéndola casi imperceptible en muchos cruces.

Un semáforo que alerta cuando no hay necesidad de hacerlo desmerita su función de diseño y puede hacer que los usuarios viales ignoren otros semáforos que sí se activan únicamente ante la presencia del tren, incrementando el riesgo de severas colisiones con ferrocarriles.

Vehículos de emergencia. Desde hace varios años los cuerpos policiales de Costa Rica, tanto Tránsito como Fuerza Pública, utilizan las luces de emergencia de sus patrullas de forma rutinaria, es decir, incluso cuando no se encuentran atendiendo una emergencia.

Más recientemente se han sumado a esta tendencia las policías municipales de algunos cantones.

Quisiera exponer algunos argumentos en contra de esta práctica.

En primera instancia, todos los vehículos de respuesta a emergencias están equipados con dos dispositivos de alerta: uno visual y uno auditivo; para que sean efectivos, ambos deberían ser activados exclusivamente para responder a emergencias.

Hacerlo de otra forma los normaliza ante la percepción pública y les resta efectividad y el sentido de urgencia que están diseñados para transmitir; una situación muy similar a la del semáforo intermitente en cruces con ferrocarril.

Por otro lado, a pesar de que es una práctica bien intencionada, está basada en la argumentable suposición de que una patrulla conspicua disuade a potenciales infractores de la ley, porque se sienten vigilados, a la vez que hace sentir protegido al público en general.

Lo segundo es cierto, pero, ¿nos hemos puesto a pensar que esta podría ser la mejor manera de poner a los malhechores sobre aviso para que eviten ser capturados en flagrancia?

Países como Inglaterra poseen amplia legislación al respecto, y el uso de luces de emergencia y sirenas está estrictamente protocolarizado en ella.

En España han ido incluso más allá y en 2018 estandarizaron las luces de alerta de todos los vehículos de emergencia en un solo color, el azul, dejando atrás los códigos de color por institución que, para efectos de alertar al público para que ceda el paso (su función primaria), son irrelevantes.

En Costa Rica hay unidades de una misma institución con combinaciones de luces distintas, tal es el caso de la Fuerza Pública, la cual tiene patrullas con luces azules, rojas y amarillas, otras con luces azules y rojas y otras solo con luces azules.

Un argumento que respalda la urgencia de que las luces de emergencia sean usadas para lo que fueron diseñadas es cuánto sirven para alertar a las personas.

Un estudio realizado en 1980 concluyó que 90% de la percepción sensorial de los choferes es aportada por las luces a las que están expuestos, dejando solo 10% para alertas acústicas, únicas que hoy día identifican a una patrulla que transita en condición de alarma en Costa Rica.

Tal vez eso explique en buena medida por qué tantos choferes fallan en ceder el paso a vehículos de emergencia en nuestras calles.

Tal vez ya están demasiado acostumbrados a sus luces.

Por último, pero no menos importante, se debe valorar que, así como las sirenas de estos vehículos son fuentes de contaminación acústica, las luces de alerta son fuentes de contaminación visual, y está comprobado que ambas impactan negativamente la salud pública, especialmente en contextos urbanos, donde el estrés de las personas detrás del volante es alto.

Es otro buen argumento para restringir el uso de luces de alerta para situaciones de emergencia; por ejemplo, en los Estados Unidos se debate frecuentemente si vale la pena perturbar el sueño de las personas al responder a emergencias de noche con luces y sirenas en calles libres de tránsito en zonas residenciales.

En conclusión, Costa Rica debe avanzar en materia de alertas visuales, dándoles el uso para el que fueron diseñadas.

El mal uso de los semáforos para cruces ferroviarios puede promover la desobediencia de señales que sí funcionan activamente y ocasionar colisiones graves.

También es urgente la implementación de un protocolo de conducción en alarma para vehículos de respuesta a emergencias que regule de forma definitiva la utilización de luces y sirenas en este tipo de vehículos.

Utilicemos las luces y semáforos de forma estricta e inteligente, para que dejen de ser alertas que no alertan.

Alertas que no alertan

David Gómez Murillo

Consultor en movilidad y gestión de riesgos

Director de BiciBus






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