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FORO DE LECTORES


La ciudad de 15 minutos

David Gómez Murillo [email protected] | Miércoles 16 septiembre, 2020

David Gómez, consultor movilidad

El 80% de los latinoamericanos vivimos en ciudades. Nuestra región es la más urbanizada del planeta. Incluso tenemos entre nuestras capitales la Ciudad de México, la urbe más grande y poblada del hemisferio occidental. El crecimiento de esta y otras grandes ciudades latinoamericanas ha sido muy sostenido desde 1950, cuando el porcentaje de latinoamericanos viviendo en ciudades apenas superaba 40%. Se proyecta una urbanización regional cercana a 86% para el año 2050, de acuerdo con una investigación realizada por BBVA en 2017.

Pero la urbanización no es un problema en sí mismo. Solo lo es cuando se da de forma desordenada y sin planificación, sin una visión de bienestar común proyectada en el tiempo. Dicha falta de planificación es causante del fenómeno de conurbación, que se produce cuando distintas ciudades se fusionan entre sí a lo largo del tiempo, hasta convertirse en una enorme y amorfa mancha urbana, ineficiente y, muchísimas veces, intransitable.

Es común que la conurbación conduzca a la motorización, que consiste en pasar de cualquier modo de movilidad (típicamente el transporte público) al transporte privado individual (típicamente el carro). Sucede especialmente cuando la misma incapacidad de planificar y ejecutar una visión integral de ciudad se traslada al plano de la movilidad. El resultado es un sistema de transporte poco eficiente, limitado en opciones y que empuja a las personas a pasarse al carro.

Un ciclo enfermizo

En Costa Rica el reparto modal (porcentaje de viajes realizados en determinado modo de movilidad) pasó de 28% en 2015 a casi 43% en 2018 (CGR, 2019). En ese mismo periodo el tiempo de espera en tráfico para residentes del Gran Área Metropolitana aumentó 40% (Programa Estado de la Nación, 2019). La lógica es clara: más carros significa más presas.

Mezclar sitios de empleo, vivienda, comercio y recreación de forma calculada y sistemática previene la conurbación, que está directamente relacionada con el uso desmedido que hacemos de los vehículos motorizados individuales, incluso de una manera enfermizamente cíclica: la ciudad se expande; la gente se motoriza para llegar más lejos; la ciudad se expande más porque la gente llega más lejos; la gente se motoriza más para llegar a los confines de la enorme ciudad, y el ciclo comienza de nuevo.

En 2013 el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU), el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH) y el Tecnológico de Costa Rica presentaron el Plan GAM, un plan maestro para el desarrollo urbano del GAM hasta el año 2030. El plan introdujo en la jerga urbanística costarricense el concepto de Centralidades Densas Integrales (CDIs), que son un mecanismo de ordenamiento territorial que busca un desarrollo urbano compuesto por núcleos pequeños bien definidos, independientes y muy bien conectados por transporte público.

Las CDIs concentran todas las actividades de una población en un área pequeña y densa, con el fin de que las personas se desplacen la menor distancia posible para satisfacer sus necesidades. El Plan GAM incluso propuso que la mayoría de los viajes dentro de cada CDI se hagan a pie y en bicicleta, mientras que la mayoría de los viajes entre una CDI y otra se hagan en transporte público. Suena sencillo y lógico, pero lamentablemente las CDIs aún parecen estar lejos de implementarse.

Otros países, como Francia, ya lo están haciendo. De la mano de la alcaldesa Anne Hidalgo, París está viendo, en su planificación urbana, valientes cambios que ya están dando resultados. Hidalgo está empeñada en hacer de París una “ciudad de 15 minutos”, es decir, una en la que los viajes de todos sus habitantes duren como máximo 15 minutos a pie o en bicicleta. Esta idea no pretende que la gente quede circunscrita a una zona geográfica, sino más bien que esa persona no se monte en su carro para ir a comprar una caja de leche.

En el mediano y largo plazo, la ciudad de 15 minutos se consigue mediante herramientas de ordenamiento territorial que de forma decidida hagan atractivos los centros urbanos como sitios para vivir, estudiar, trabajar y comerciar. Estas necesariamente conllevan estrategias de atracción de inversión inmobiliaria y de reorganización del sistema de movilidad para facilitar el acceso a centros urbanos a pie, en bicicleta y en transporte público, a la vez que se limita el acceso en carro. Ambos procesos deben ser paralelos, para ampliar las opciones de movilidad disponibles.

Las ciudades que podemos tener

Las bondades de una ciudad de 15 minutos se extienden más allá del beneficio personal de ahorrar tiempo desplazándose. En el marco de una pandemia como la que estamos viviendo, las centralidades densas integrales facilitan significativamente el control epidemiológico, manteniendo a las personas dentro de lo que podríamos llamar “burbujas sociales extendidas”, que permiten una mejor trazabilidad y contención del contagio.

A pesar de que el desarrollo urbano actual en Costa Rica no parece seguir la lógica de CDIs planteada en el Plan GAM, quienes tenemos la posibilidad, deberíamos crear nuestra propia ciudad de 15 minutos. Así ha sido mi vida durante los últimos cinco años; vivo en el centro de la ciudad, me desplazo en bicicleta para todos mis deberes, y mi destino habitual más lejano se encuentra a menos de 5km de mi casa. Puedo decir que el ahorro en tiempo y dinero es sumamente conveniente.

La urbanización no es un proceso que necesariamente tenga que engendrar caos urbano. Por el contrario, ofrece grandes oportunidades para vivir y trabajar de forma cómoda y sostenible. Todo está en las decisiones que tomemos con respecto del desarrollo de nuestras ciudades, tanto a nivel de política pública como personal. ¿Está usted listo para vivir en una ciudad de 15 minutos?

David Gómez Murillo

Futuris Consulting






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