Más y más de lo mismo
Leopoldo Barrionuevo [email protected] | Sábado 26 marzo, 2011
Esta es una época de cambios, pero no de cualquiera sino de los que se fundamentan en una ruptura, no en una mala copia del pasado
Más y más de lo mismo
Hace algo así como 15 años fui convocado por una empresa transnacional de fotocopiadoras con sede en Atlanta, Georgia.
Me hicieron dos advertencias: no mencionar ni por asomo la calidad total y no inmiscuirme con el organigrama, el motivo: estaba claro que no más allá del 15% de las empresas soportaría la calidad total con la cual ya habían perdido 50 millones de dólares, mientras los chinos seguían avanzando.
Recuerdo que en vez de seguir la pauta de Chandler: Estrategia, Estructura, Gestión, Productividad, se le dio a Calidad Total y Servicio al Cliente una importancia rayana en la tontería si no se tenía en cuenta que la Estrategia Total del Negocio (y no la Misión-Visión) es de prioridad absoluta; por el contrario se sigue la pauta de la moda que no produce resultados económicos, por eso cuando alguien propone una extravagancia pregúntele: “¿Cuál es la estrategia a seguir, cuánto nos cuesta y cuánto nos ganaremos?”
La ventaja del pensamiento de Chandler hacia 1962 era ineludible desde que puso a la estrategia por encima de la estructura y la gestión ya había cambiado en serio las bases de la organización empresarial, pero confieso que me sorprendió lo del organigrama: “Ustedes, los latinoamericanos están más preocupados por el cargo, lo que proclama la tarjeta de visita y a quién reportan, que por conocer las responsabilidades que asumen; les preocupa más la cantidad de gente que dirigen que los resultados por los cuales responden”.
No quiero imaginar el costo que han representado las horas destruidas alrededor de la búsqueda de una misión que muere en una placa que nadie ve salvo el que la pule cada tanto, porque al leerla comprobaríamos que su texto es como una pedante búsqueda de una diferenciación que no se logra, dado que unos se copian a otros y convierten el resultado en un híbrido que solo es una pobre expresión de deseos.
Y es que hemos padecido tantas modas que solo modificaban la superficie de la fruta sin llegar a la pulpa, que toda vez que un nuevo libro sacude la industria editorial sin hacer otra cosa que remover viejas prácticas con ciertos matices de novedad, uno se protege de los matices y permanece en la cáscara.
Esta es una época de cambios, pero no de cualquiera sino de los que se fundamentan en una ruptura, no en una mala copia del pasado. Lo que queda de ellos pareciera seguir el sendero de aquel maravilloso tango que escribieron José Razzano y Cátulo Castillo, allá por 1944 y que rememora el paso del tiempo por el “Café de los angelitos”, de Rivadavia y Rincón: “Tras de qué sueños volaron?/¿en qué estrellas andarán?/las voces que ayer llegaron/y pasaron, y callaron,/ ¿dónde están?/¿Por qué calle volverán?”.
Es la nostalgia (“dolor por lo perdido”) mientras que los remedos del marketing no son otra cosa que más y más de lo mismo.
Leopoldo Barrionuevo
[email protected]
Académico Correspondiente de la Academia Nacional del Tango de la República Argentina
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